La vida y sus tantas formas

En la ciudad de los ciegos, se escucha más a las personas. Lo dicen los enanos, que susurran bajito para que los gigantes no sepan que por ver más alto no se domina el mundo. Se ve más allá, pero se pierden los detalles. Como la caída de una gota en la arena: que vuela en mil pedazos y se entremezcla con los granos y en una relación sexual originan el barro. El mismísimo barro del cual venimos, del que estamos hechos y seremos. Y esas relaciones físico lingüisticas la piensan los mudos que prefieren callar, masticarlas en la mente, digerirlas en el alma. Eso lo sienten los sordos, ellos escuchan el alma, los latidos de cada parte del cuerpo. Porque el Corazón no es el único que late y no es por menospreciar, pero es el de peor ritmo.