Se me cruzan los gatos negros como buscando mi tragedia. Me miran fijo, maullan, ronronean, pero sigo caminando displicente. Si voy acompañado, busco obstáculos para soltarme de su mano y que nos dividan el curso. Si voy solo, llevo los brazos extendidos para pasar por debajo de las escaleras y rozar mis manos en la madera; que digo rozar! El otro día hice caer a un obrero de la construcción y ahora que lo pienso: que mala suerte que tuvo.
Cada día, sigo conociendo gestos de la gente que no quieren recibir el salero de mano en mano. Y Si conocieran la cocina de casa, notarían que el calendario lo dejé en la fecha Martes 13 como provocación al destino. Además, tengo un peine en la cama para usarlo por la mañana. Sí, y me visto de amarillo para ir a ver estrenos de teatro. Y todos los domingos nos reunimos trece amigos a comer asado. Y si se abre una puerta por el viento digo “paaase”, esperando realmente que entre alguien, pero nadie ingresa. Un día me vendrán a buscar como a todos y no será un mal destino, sino un destino justo. Sea como sea, quito toda responsabilidad a la mal llamada “mala suerte”. La Muerte es parte de la vida misma y lleva una cintita roja en su muñeca. ***77arcos